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Y AHORA, ¿QUÉ SE NOS VIENE?

Crónicas de una vacancia anunciada

 

María Esther Melgar Apagüeño[1]

Ciertamente, el Presidente debe irse. Una vez más, nos ha mentido. “No sabía nada” o “no recuerdo”, nos dijo. No obstante, las pruebas indican que sabía y mucho. Ahora estamos nuevamente en una situación límite, esperando el desenlace en el corto plazo y que, evidentemente, mellará una vez más a nuestras instituciones, a nuestro Poder Ejecutivo, a nuestro presidencialismo – ¿o quizá a nuestro un semi-parlamentarismo presidencialista o a un semi-presidencialismo con acentuación parlamentarista? Lo que describiré aquí son los 3 escenarios probables que se nos vienen y, al mismo tiempo, desalentadores: 1) Kuczynski no se va por falta de los votos necesarios para lograr la vacancia; 2) un presidente vacado por su incapacidad de comunicar y jugar en la arena de lo político –o quizás no le interesó nunca jugarse por el país, por su evidente comportamiento antes incluso de serlo-, y una presidencia dirigida por su accesitario, el primer vicepresidente –quién fue escogido por el voto popular dentro de una fórmula presidencial, un candidato a la presidencia y dos vicepresidentes, quienes lo acompañarían y apoyarían al candidato a la presidencia en un eventual gobierno-, que ha mostrado una conducta sigilosa, cautelosa y demasiado discreta, para una coyuntura donde se necesitaba de la acción, saber las posturas y, sobre todo, determinar los apoyos; y 3) si se da el caso en que los dos vicepresidentes renuncian a gobernar el país, entonces asumiría la presidencia provisionalmente el Presidente del Congreso, quién inmediatamente convocaría a Elecciones Generales – ¿se haría necesaria la interpretación constitucional?

Realmente, el panorama general que se nos viene es complejo y cada uno de los escenarios descritos tiene sus aspectos positivos como negativos. Por un lado, el primer escenario es en el que no se vacaría al Presidente de la República y seguirían como hasta ahora, o peor, las relaciones entre el oficialismo y la oposición en el Congreso, y sin un mayor apoyo por parte de la ciudadanía debido a la baja popularidad del líder, dado el desprestigio logrado por su actuación, pero, sobre todo, por la comunicación desplegada frente a los casos de corrupción develados por la comisión Lava Jato, las confesiones de Jorge Barata a raíz del mismo caso y, ahora último, el informe elaborado por la Unidad de Inteligencia Financiera de la Superintendencia Nacional de Banca, Seguros y AFPs.

Por otro lado, de darse la vacancia, o la eventual renuncia del Presidente que es poco probable, tendríamos un nuevo representante del Ejecutivo, quién contaría con un supuesto apoyo del Legislativo para la gobernabilidad del país, dado que el vicepresidente ya tiene la ‘venia’ de este y de su mayoría –hablo de la bancada Fuerza Popular, que se refirió a un probable gobierno de Vizcarra mucho mejor que este. Este caso tiene algunos matices que se deben abordar. Si bien un eventual gobierno de Vizcarra sería el mejor escenario para transición menos traumática, él tendría que ajustar algunos pernos en el engranaje institucional del país, en aras de terminar su mandato de la mejor manera. El primer punto de encuentro sería la investidura del nuevo gabinete, el cual deberá entender su posición desde el inicio: ser convocado por un gobierno no electo de manera directa, pero si por ser parte de la fórmula; es decir, obedece a la legalidad procedimental, pero no a la voluntad popular en sí misma, y formar parte de este. Adicionalmente, es muy importante que el nuevo gobierno logre una “concertación para la gobernabilidad” y esta será su mayor labor de Vizcarra, la cual solo se podrá hacer si el Legislativo –conformado por Fuerza Popular, en mayoría, el Apra, la misma bancada de PPK, la izquierda del Frente Amplio y Nuevo Perú, Alianza por el Progreso, Acción Popular, los independientes, etc.-, colabora con la labor del Ejecutivo, haciendo una verdadera tregua y dejar las hostilidades para el próximo momento electoral. Solo así podrá hacer que este gobierno logre la estabilidad requerida para cumplir con sus objetivos trazados y Vizcarra no empeñaría su futuro político por un periodo de solo tres años de mandato.

Adicionalmente, tendremos el escenario de la renuncia o de la vacancia del Presidente y, al mismo tiempo, de la renuncia del Primer Vicepresidente y Segunda Vicepresidenta de la República; con lo cual este resultaría mucho más dramático, dado que quién asumiría sería el gobierno sería Presidente del Congreso de la República, hasta que se lleven a cabo las nuevas Elecciones Generales, tanto de Gobierno como del Legislativo –aunque esto ha generado todo un debate de interpretación constitucional. El escenario aquí es, ciertamente, más desalentador dado el clima de inestabilidad respecto a la interpretación normativa sobre convocar a nuevas Elecciones Generales, en las cuales no sea necesario la convocatoria para elegir nuevamente a los representantes del Legislativo. Para este caso, existe el precedente de lo acontecido en el gobierno provisional de Valentín Paniagua y la convocatoria a nuevas elecciones en el 2001. En este punto, tal y como se han venido desarrollando las cosas en el Parlamento, es muy probable que este debate se gane a favor de la no convocatoria para elegir nuevamente a los representantes del Congreso, dado que aquí todas las bancadas cerrarían filas ante tal escenario, debido a que se estarían jugando su permanencia y su posible no reelección inmediata de muchos congresistas dado su desempeño y popularidad –sobre todo luego de lo declarado por Jorge Barata. Es así que muy probablemente seremos testigos de esto que resulta de un dicho popular: “Otorongo no come Otorongo”. Lo cierto es que para lograr esto, nuevamente se recurrirá a las siempre útiles interpretaciones normativas, las cuales podrían socavar aún más nuestra institucionalidad democrática a través de nuestro sistema jurídico. La verdad es que solo el tiempo nos vislumbrará que estrategias podrían ser utilizadas por “nuestros padres de la patria”.

Por último, es importante analizar un escenario donde eventualmente el Presidente del Congreso convocase a nuevas elecciones para el periodo 2018-2021. La gran pregunta que se nos viene a la mente: ¿Quiénes se presentarán a estas elecciones, sabiendo que solo se podrá gobernar por tres años y no tendría el candidato la posibilidad de ser reelecto inmediatamente? Esta es la gran incógnita que se debe tener en cuenta y que, ciertamente, es nuestro mayor problema: no tenemos una oferta política renovada libre de cualquier cuestionamiento. Para cerrar, esta coyuntura nos sirve para comprender cómo es nuestra clase política; que no es suficiente la mercadotecnia política para ganar unas elecciones; que no basta solo ser Presidente, sino también parecerlo; que cuando se gana por menos de cincuenta mil votos, la gobernabilidad no está asegurada; que la teoría “amigo-enemigo” de Carl Schmitt está más vigente que nunca –para los académicos-; qué somos nosotros como país, como ciudadanos, qué estamos dispuestos a enfrentar, a soportar, pero, por sobre todas las cosas, hasta qué punto vamos a llegar para decir que hemos tocado fondo y reaccionar. Solo nosotros somos los responsables de nuestro devenir histórico, político, económico y social.

[1] Candidata a maestra en la Especialidad de Marketing, Consultoría y Comunicación política por la Universidad de Santiago de Compostela en Galicia – España, maestra en Ciencia Política y Gobierno por la Pontificia Universidad Católica del Perú y politóloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y. Docente universitaria de las cátedras de Ciencia Política y tesis de fin de carrera. Investigadora en temas de comunicación política, marketing político, democracia y los medios; agendación, agendas y agenda-setting, framing y medios y actores políticos, y comunicación gubernamental y políticas públicas.

Réquiem por la Política Peruana

 


Escribe: María Esther Melgar Apagüeño[1]

 

El réquiem, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es “aquella composición que se canta con el texto litúrgico de la misa de difuntos, o parte de él”[2]. En otras palabras, es un canto fúnebre del rito de la muerte y, hoy, estamos frente a ella: la muerta de la política de un país. La semana pasada, el Perú presenció el inicio de los preparativos de lo que será el funeral de la “clase” política peruana, cuyo cortejo fúnebre se mueve al son de lo cantado por Jorge Barata, exrepresentante de la empresa Odebrecht en el Perú y actual “testigo estrella” de la Fiscalía peruana, en el esclarecimiento del caso de “las donaciones millonarias” a las campañas electorales de los principales candidatos a la Presidencia de la República de nuestro país.

Así, Barata confirmó las declaraciones vertidas por Marcelo Odebrecht meses atrás, respecto a que TODOS los líderes-candidatos, quienes varios de ellos llegaron al gobierno en calidad de Jefe de Estado, fueron favorecidos con aportaciones dinerarias en calidad de “donaciones” provenientes de la empresa que él lideraba, empresa constructora Odebrecht, en las diferentes campañas presidenciales en el Perú. Estas aportaciones, como es evidente, tenían como contraprestación el establecimiento de un acuerdo implícito entre los candidatos y la empresa para que, una vez en el gobierno, esta siga siendo beneficiada en los procesos de adjudicación de obras públicas, básicamente de infraestructura dado el know-how de esta.

Ante ello, TODOS los implicados en dichas declaraciones han negado categóricamente lo vertido por Barata, argumentando que en todo caso, ellos NO se beneficiaron de manera personal con las aportaciones hechas –esto en el caso de los líderes políticos. No obstante, el testigo Barata ha dado cuenta, tristemente, de cómo es que este dinero, que si bien no los recibía el mismo candidato, era gestionado y recibido a través de “intermediarios clave”; ya sean funcionarios de menor nivel, personal de confianza de los partidos políticos u organizaciones políticas, o a través de familiares y amigos muy cercanos de los candidatos –de un modo u otro, igualmente terminaban transando los aportes.

No obstante, como se sabe, lo señalado en este interrogatorio no es nada nuevo. Ya en el 2017, Marcelo Odebrecht fue entrevistado sobre estos hechos y se abrieron nuevas líneas de investigación que involucraban a nuestros políticos –casi todos los presidenciables. Sin embargo, lo declarado por Barata esta semana nos muestra de manera simple y detallada, pero siempre infame, la forma cómo la política peruana se maneja a nivel institucional tanto a nivel partidario como de gobierno, una vez en el poder. Sin más, se ha evidenciado el “modus operandi” de cómo se financian las campañas electorales en el Perú y, peor aún, como la norma respecto al financiamiento de los partidos políticos no funciona, es deficiente o, en pocas palabras, es permanentemente vulnerada –letra muerta, mejor dicho.

Debido a esto, los líderes de opinión, académicos, intelectuales y ciudadanos han manifestado la urgente necesidad de revisar la normativa en materia de regulación del financiamiento de los partidos políticos en periodo de campaña y la contribución de los agentes privados a estas. Las propuestas van desde la financiación pública y privada controlada hasta la prescripción de cualquier financiación privada, claro está con una sanción penal clara para aquellos que sean expresamente los responsables de los partidos políticos en la recaudación de fondos de campañas (financiamiento). Por otro lado, no se deja de lado la responsabilidad que deben tener también los líderes políticos en competición.

 

LA CLASE POLÍTICA PERUANA: NUESTRA VERGONZOSA REALIDAD Y LA LUZ AL FINAL DEL TUNEL

Sin embargo, más allá de esta necesidad de modificar las normas, que por cierto es en el Congreso Nacional dónde se debe plantear estos cambios ya, el problema de fondo es más complejo y se manifiesta con las siguientes interrogantes: ¿Cuál será la actitud de la sociedad peruana frente a estos hechos?, ¿es nuestra ciudadanía insensible ante esto?, ¿podría entenderse que en el Perú el tema de corrupción se ha impregnado en nuestra cultura política?, ¿podremos –o querremos- salir de esto algún día? Lo que claramente vemos hoy, como testigos indignados y desconcertados, es la agonía de nuestra clase política que, siendo de derechas o de izquierdas, nos desprestigia al grueso de peruanos, con nuestros vecinos sudamericanos, con América Latina y del Norte, y con el resto del mundo, debido a la innegable y suspicaz actuación de nuestros líderes políticos.

Una vez más, estamos en el ojo de la tormenta y quizá nos lo merezcamos, por no entender que lo hecho por nuestra clase política –y también empresarial, ojo con esto- está mal. Los políticos deben servir al Estado y a sus representados, y no servirse de él. Seguir este camino trazado por nuestra actual clase política solo nos llevará al abismo, nunca tendremos un verdadero Estado en donde el derecho regule la política, que como hemos visto, es corruptible y también corruptora.

Como si esto fuera poco, algo también lamentable sobre el caso Odebrecht es que el inicio de este y de su esclarecimiento no fue en el Perú ni a propuesta de él. Es más, el sistema jurídico peruano, a través de su actuación, ha demostrado que aún está en ciernes –por decir lo menos- en cuanto a desvincular a la administración de justicia y el poder político, dada la celeridad y diligencia de sus operadores jurídicos, en aras de obtener prontamente las declaraciones de los implicados en temas concretos y de relevancia, y el establecimiento de los acuerdos más beneficiosos para el país en este caso –la aceptación de las condiciones jurídicas negociadas por los abogados de Barata y la necesidad de la información para el Ministerio Público.

No obstante y finalmente, desde mi humilde posición como ciudadana peruana, académica y profesional, hago un llamado a la reflexión – y a la acción- a los jóvenes de mi generación y de las que vendrán, para plantearnos la necesidad de iniciar una nueva fase en la política peruana, mucho más comprometida y consciente de que solo nosotros, y por nosotros los peruanos, debemos cambiar nuestra historia –aunque parezca una histeria. ¡Basta ya! Hay que erigir nuevos liderazgos que sí tengan una visión clara de lo que queremos ser como país, que nos planteemos qué deseamos, a dónde iremos y no seguir siendo un pueblo desconcertado manejado por los técnicos, sin rumbo, sin un Norte. Solo así, podremos lograr que, esta vez, el Perú ya no sea “liberado” gracias a la acción externa, como lo fuimos en el inicio de la República. Esta vez no, esta vez limpiamos la casa con nuestra propia escoba, barriendo la corrupción y fregando el piso de nuestro futuro de la política mercenaria, piso en el que caminarán nuestras nuevas generaciones, sabiendo que quieren; pero sobre todo, sabiendo que no.

[1] Candidata a maestra en la Especialidad de Marketing, Consultoría y Comunicación política por la Universidad de Santiago de Compostela en Galicia – España, maestra en Ciencia Política y Gobierno por la Pontificia Universidad Católica del Perú y politóloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y. Docente universitaria de las cátedras de Ciencia Política y tesis de fin de carrera. Investigadora en temas de comunicación política, marketing político, democracia y los medios; agendación, agendas y agenda-setting, framing y medios y actores políticos, y comunicación gubernamental y políticas públicas.

[2] Véase: http://dle.rae.es/?id=W6rWv6i

¿Qué trae de nuevo a la política tradicional la Comunicación 2.0?

Escribe: María Esther Melgar Apagüeño[1]

El siguiente artículo aborda el tema de la implicancia de la irrupción de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) a la política y cómo esto ha iniciado la discusión sobre si, ciertamente, esta irrupción significa algo novedoso o no, o si solo estamos frente a un escenario más como canal de la política o frente a qué estamos.

Con este fin, el ensayo desarrollará una primera parte del estado de la cuestión y de definición conceptual, con el cual se construirá un discurso argumentativo sobre la pregunta planteada. Seguidamente, se analizará si la Comunicación 2.0 es algo similar a la comunicación tradicional evaluando algunos aspectos que han devenido con el surgimiento de este tipo de comunicación digital. Finalmente, se esbozará un acercamiento a lo positivo y negativo del desarrollo de esta comunicación 2.0, basándose particularmente en la ciudadanía, su acción en la red y sobre la prospección de dicha acción en el tiempo y, luego, se terminará en unas conclusiones.

 

  1. La Ciberpolítica, la tecnopolítica, el ciberactivismo y la comunicación 2.0

Para iniciar este trabajo se abordarán algunos conceptos clave, los cuales son necesarios estudiarlos en su complejidad, dado que sobre estos se desarrollará este estudio. Por ello, la pregunta ¿qué es lo nuevo que encontramos en las tecnologías que nos proporciona el internet?, es el principio de una discusión nada nueva, pero que, sin embargo, se trabajará con el fin de entender por qué hoy en día la academia, en politología y otras ciencias conexas, está tan preocupada por comprender este fenómeno comunicativo y sus efectos. Parte de la discusión se resuelve si entendemos las nuevas tecnologías son un desarrollo implícito de la irrupción del internet como medio, nuevo medio, de transmisión de mensajes de un emisor hacia un receptor.

No obstante, en el campo de la política tenemos este contexto como un lugar propicio para la transmisión de ese mensaje cargado de emociones y elocuencia discursiva-persuasiva, y para lograr la comunicación política de forma real a través de la interacción. Adicionalmente, el mundo de la web ofrece un espacio muy fértil para el trabajo político, no solo con la transmisión en sí misma del mensaje político sino con la interacción del ciudadano que se encuentra inmerso en este mundo digital.

Así, como primer punto tenemos la definición del concepto de ciberpolítica. Ya en los trabajos de Fernéndez (2008), quien gracias al apoyo del Instituto Konrad Adenauer Stiftung, teorizó sobre este término, el cual lo asoció a otro neologismo denominado “tecnologías digitales”, a través del cual se intentó comprender este nuevo espacio dentro de la Web 2.0, en el cual nace este nuevo tipo de comunicación, asociada a la masividad de mensajes frente a la segmentación del mismo (p.10).

Ante ello, se entiende la ciberpolítica como aquella política que se hace a través del internet. No obstante, esta nueva forma de hacer política está asociada a la idea sobre el internet como un nuevo canal comunicativo, más no como un nuevo escenario comunicativo en sí mismo. Es decir, que la política encuentra en el internet una nueva herramienta para la transmisión de su mensaje, el cual no necesariamente es asumido como una interacción con el receptor como efecto de dicha transmisión. En otros términos, posiblemente estemos frente a un modelo de comunicación unilateral.

Ahora bien, otro elemento importante dentro de esta línea descriptiva y explicativa del texto es el término tecnopolítica, el cual nos refiere al uso de las herramientas que nos brindan las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación en la toma de decisiones o en la elección o votación de una propuesta. Algunos casos que pueden ejemplificar este uso es el Appgree o en Liquidfeedback, o el Agora Voting, solo por enunciar algunas. Es decir, la tecnopolítica se define como aquella acción del uso de la tecnología con fines políticos, básicamente en aquellos actos donde se necesite de la anuencia de nuestro público objetivo, ya sean votaciones, acuerdos, debate, etc. (Gutiérrez-Rubí, 2014, pp. 11-13)

No obstante, este concepto de tecnopolítica trae consigo un nuevo fenómeno comunicativo y deliberativo denominado “la democracia líquida”, que en otras palabras se refiere a la virtualización de la democracia directa y de la democracia delegativa, a través de un representante al que se le delega el poder de decidir sobre asuntos que no queremos tener una participación directa.

Otro concepto clave que es preciso analizar es del ciberactivismo, el cual se entiende por la actividad política y social que tienen las personas en el internet, pero sobre todo en las redes sociales, la cual se basa en la generación y organización de movimientos o tendencias en la red sobre temas de especial interés. Tal es así como el movimiento ni una menos – movimiento contra el maltrato a la mujer a nivel mundial-; algunas propuestas políticas – ahora ya realidades políticas como partidos- que tienen como principal herramienta de interactividad –sobre todo en sus inicios- la redes sociales como es el caso de Podemos y Ciudadanos.

Este concepto evoca la idea de lograr la participación política a través de la organización en un nuevo espacio, en desmedro de la política tradicional, la cual es considerada poco atractiva, poco participativa, mal vista y en desgaste. No obstante, si bien este tipo de activismo político en la redes positivo en muchos aspectos, también hay algunas cuestiones que son necesarias a bordar como el problema del correlato realidad virtual y realidad concreta, dado que en las acciones en la realidad virtual muchas veces no tiene su correlato en la realidad concreta; es decir, muchas de las acciones y participación de los usuarios de las redes sociales en actividades de carácter político no necesariamente terminan en acciones concretas fuera del espacio virtual. Asimismo, otro tema es el incremento del cinismo y la apatía por la política real sobre todo en la población más joven, lo cual actúa en desmedro de la construcción de espacios políticos concretos y reales en los que los jóvenes, como futuros decisores políticos, tengan una mayor y mejor participación para lograr la consolidación democrática (Subirats, pp. 124-126).

Por último, es importante abordar la definición de lo que se conoce como comunicación 2.0, la cual hace referencia a la comunicación que se realiza en redes sociales. No obstante, hay que diferenciarla respecto a lo que se conoce como la ciberpolítica en tanto que la comunicación 2.0 tiene como principal atributo la interactividad que se genera entre el emisor de contenidos y su receptor clave. Esta característica es sumamente importante dado que no se habla de una comunicación unilateral, como se ha ido dando en el internet y las redes sociales, sino que apela hacia una respuesta del receptor clave y, con ello, la realización de una dinámica que lleve a la realización de la tecnopolítica o del ciberactivismo y lograr un correlato en la realidad política concreta.

 

¿Es la comunicación 2.0 distinta a la comunicación tradicional?

 Desde lo expresado en los párrafos que preceden, es importante destacar la presencia del internet como un nuevo espacio para la comunicación interpersonal, pero sobre todo para la comunicación política. Hoy en día es impensable que políticos, organizaciones y movimientos ciudadanos no tengan una presencia en las redes, ya sea para darse a conocer – ciberpolítica-, o para interactuar con su público objetivo, por sus objetivos organizacionales, comunicacionales en sí o de participación. Por ello, es conveniente que los discursos y productos comunicativos se adapten a estos espacios que brinda la red.

Como parte de esta adaptación de los contenidos, se tiene hoy el fenómeno de la crossmedia y la transmedia, los cuales nos evidencian cómo se han ido adaptando los contenidos a las redes sociales. La crossmedia es un tipo de generación de contenidos que tienen una extensión en diferentes plataformas, lo cual hace que este cobre sentido en tanto que se sigue la línea argumentativa de los contenidos a través de estas plataformas. El uso deliberado de este tipo de narraciones motiva a que los usuarios de unas redes y no de otras, sean nuevos usuarios de las redes que sirven de soporte al contenido.

Respecto a la transmedia, es importante destacar que es la superación de la crossmedia, a tal punto que en esta vemos la generación de un contenido en particular en cada plataforma que le dan a un tema. Esto es muchas veces asociado a la idea del hipertexto y de la problematización sobre las implicancias de la generación de contenido libre y de creación múltiple, tal es el caso de Wikipedia. La transmedia es un paso más a la generación de la interactividad entre los usuarios (¿Prosumidores?).

Una herramienta importante y de gran uso en política es el storytelling. Como herramienta, su uso es muy eficaz al tratar de lograr discursos basados en ciertas evidencias y poder conseguir una perfecta ecuación entre historia e imágenes y así lograr ese acercamiento al usuario que compartirá dicho contenido en sus redes sociales. Hoy en día el storytelling es muy utilizado ciertamente por la facilidad de conmover a los participantes/usuarios de las redes sociales en política, ya sea por una historia del actor, una historia de aspectos que son importantes para el actor, etc.

Por otro lado, si bien en la actualidad el uso de las redes sociales, en general, es importante para el quehacer político, no podemos dejar de destacar el gran uso que hoy tiene Twitter cuando hablamos de política. Según muchos consultores, hoy en día esta plataforma podría ser calificada como “un verdadero campo de batalla”, en donde con un mínimo tweet o retwiteet los actores políticos pueden generar corrientes de opinión a favor o en contra de algún tema en específico. Es una plataforma de poco contenido, pero lleno de imágenes y videos respecto a algún tema en particular que genere la necesidad de ser leído, por su presentación de impacto, o generar en el usuario la necesidad de dar sus puntos de vista sobre el particular.

A pesar de los avances en el internet y las redes sociales, estas plataformas aún tienen grandes debilidades para lograr tener una conexión con las plataformas comunicativas offline. Desde esta perspectiva, muchos diarios de circulación nacional en España que tienen su versión digital, aún están en proceso del desarrollo de la interactividad con sus lectores. En el campo de lo político, este aún es un desafío para los partidos políticos, que son los que mayor incidencia tienen en redes sociales, pero sobre todo es un gran desafío para los canales oficiales del gobierno.

El mundo del internet y las redes sociales ha sido la gran revolución comunicacional de las últimas décadas y, por lo tanto, su uso es ahora mucho más intenso en el mundo entero. Sin embargo, la necesidad de saber cuál es un real impacto de su uso, solo podrá ser posible si se acortara las brechas digitales que existen actualmente – ya sea por no contar con el servicio o por el desconocimiento de gran parte de la población de su uso-. Esta reflexión nos da una idea de lo que internet podría llegar a ser en un futuro no muy lejano, en donde la conectividad del ser humano con la tecnología sería aún más estrecha y “el analfabetismo digital” se tendría en menor escala. Con este precedente, el mundo tendría que adaptarse a un nuevo tipo de ciudadanos, desinteresados por algunos temas en su cotidianidad, pero que se enfrascan en discusiones sobre los mismos en las redes sociales ¿Acaso no estamos hablando ya de los “Millenials”?

 

Bibliografía

Berrocal, S., Campos-Dominguez, E., Redondo, M., (2014). Prosumidores mediáticos en la comunicación política: El «politainment» en YouTube. Comunicar, 21 (43), pp. 65-72

Fernández, C.B., (2008). Ciberpolítica: ¿cómo usamos las tecnologías digitales en la política latinoamericana? 1a ed. – Buenos Aires: Konrad Adenauer Stiftung.

Gómez Castellanos, Rodolfo M.; Ortiz Marín, Manuel; Concepción Montiel, Luis Enrique (2011). Tecnologías de la comunicación y política 2.0. Espacios Públicos, 14 (30), pp. 72-8.

Gutiérrez-Rubí, A. (2014). Tecnopolítica. Disponible en: https://www.gutierrez-rubi.es/wpcontent/uploads/2014/11/Tecnopol%C3%ADtica.pdf

Subirats, J. (2015). Todo se mueve. Acción colectiva, acción conectiva. Movimientos, partidos e instituciones. Revista Española de Sociología, 24: 123-131.

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[1] Candidata a maestra en la Especialidad de Marketing, Consultoría y Comunicación política por la Universidad de Santiago de Compostela en Galicia – España, maestra en Ciencia Política y Gobierno por la Pontificia Universidad Católica del Perú y politóloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y. Docente universitaria de las cátedras de Ciencia Política y tesis de fin de carrera. Investigadora en temas de comunicación política, marketing político, democracia y los medios; agendación, agendas y agenda-setting, framing y medios y actores políticos, y comunicación gubernamental y políticas públicas.